La prioridad pasa por la seguridad El accidente del sureño Jorge Angeloni y sobre todo sus consecuencias, no se condicen con los daños que eviden cia la estructura del Citroen C4, como lo muestra la fotografía. Las afecciones del impacto –por importante que haya sido- no se trasladaron al habitáculo del auto ni deformaron la célula de seguridad que se conforma con la jaula de protección.
De ello puede colegirse que la afección más grave –la muerte del piloto- fue debida a la tremenda desaceleración de la masa en velocidad impactando después del vuelo y cayendo de punta sobre el terreno.
Piloto y navegante están asegurados por los sólidos anclajes que deben tener sus butacas, la calidad de las mismas para contener los cuerpos, los arneses de sujección con sus placas de fijación y fundamentalmente el Hans, el protector de cuello y cabeza, que impide el efecto látigo, en el cual los daños a la columna cervical son siempre extremos.
Si no corrían –tal como nos han asegurado- con el sistema Hans, no sólo cometieron un grave error, sino que a esta altura de las demostraciones que ya han ofrecido accidentes similares, ninguna autoridad del automovilismo argentino, puede habilitar su participación. Hace ya un año que el Hans es obligatorio en el Rally Nacional y debe necesariamente serlo en los provinciales y es responsabilidad ineludible de las organizaciones exigirlo o impedir la participación por duro que parezca.
Cierto es que en los certámenes regionales, los costos no pueden ser abordados en su integridad en la mayoría de los casos, pero así como sería impensable que los pilotos corrieran en cualquier categoría de remera y jeans, es imperdonable que lo hayan hecho sin el Hans, por más costoso que sea.
En un tiempo se corría con ropa de calle, asientos standard, cinturón de bandolera, con jaulas de protección mínimas y tanques de combustible originales. En relación, se andaba tan rápido como ahora y las tragedias eran más frecuentes, porque los aditamentos de seguridad no estaban desarrollados.
Pero hoy, pretender abordar un deporte de riesgo extremo sin los elementos imprescindibles, aparece poco más que suicida. Y exige que las autoridades lo impongan como obligación excluyente, en resguardo de la propia vida de los pilotos, que en la pasión, solo buscan e invierten en mayor perfomance, a costa de un incremento desmesurado del riesgo para su integridad.
Ha muerto un piloto y el automovilismo se entristece porque ha sido una muerte evitable. Su navegante tiene lesiones propias de los golpes que por no estar correctamente atado y sobre todo ajustado por sus arneses, sufre un cuerpo por la desaceleración del golpe, porque no hay evidencia en el auto que cualquier deformación lo haya afectado directamente.
Esto significa que ambos se lesionaron dentro del habitáculo protegido por la jaula que no cedió ni produjo deformación alguna y que por lo tanto, el desenlace se produjo por falta de un elemento fundamental en la seguridad y también porque no se ajustaron o reajustaron los arneses, que pierden tensión con el movimiento.
Actualmente en el país se dictan en forma constante cursos de navegantes, que deberían enseñar a legos y profanos todo lo atinente a la seguridad pasiva, a la calidad de los elementos y al uso calificado de los mismos. Porque tenerlos e ignorar su uso óptimo, abre también la puerta a un resultado grave.
Ahora, la responsabilidad de obligar al cumplimiento de las medidas de seguridad -Hans incluído- no importa en que recóndito rincón del país se corra, la tienen los dirigentes. Es imperativo sería una revisión general de la vestimenta profesional –con todos sus elementos- por que seguramente el ahorro siempre comienza por lo que se considera menos trascendente.
Es inconcebible perder una vida por la carencia de un Hans o verla afectada por no haber tensionado los arneses como corresponde. Es demasiado nimio…pero hoy no tiene remedio.
Pero también la dirigencia debe entender que en la pasión por realizar un rally, se debe tener extrema precaución en el diseño y la construcción de algunos elementos artificiales –ajenos al camino- que no constituyen solamente un obstáculo para aminorar la velocidad.
En el caso de las chicanas, que parece la más simple intervención, no deben existir elementos susceptibles de ser liberados por un impacto, porque con ello se adiciona un nuevo factor de peligro que soprenderá y comprometerá la acción de los pilotos. La chicana no es un obstáculo para frenar…es un componente artificial del camino, que le suma curva y contra curva pero que debe construírse preservando el espacio con elementos fijos que otorguen seguridad.
Una advertencia directa que hacemos a los pilotos y constructores que elaboran con láminas de carbono los paneles internos de las puertas.
No se han verificado problemas, pero deben saber que el carbono es una fibra liviana que no tiene entre sus calidades resistencia ninguna al impacto y que precisamente ante un golpe en velocidad se rompe en fracciones filosas que estallan y pueden herir gravemente.
Cuando se observan las grandes absorciones a los impactos, el carbono está mixturado con fibra de kevlar y solo en conjunto trabajan para la seguridad.
M.G.
Rallynoticias.com